top of page

Manifieto Secular sobre el Conflicto Israel-Palestina

ree

Asociación de Ateos de Bogotá



Introducción: Una mirada racional y desmitificadora


Desde la Asociación de Ateos de Bogotá, como colectivo comprometido con el pensamiento crítico, la defensa del laicismo y los derechos humanos, consideramos urgente denunciar los componentes ideológicos que perpetúan el conflicto entre Israel y Palestina. En particular, señalamos con claridad que la religión —en sus formas más dogmáticas y supremacistas— constituye un factor central, aunque silenciado, en la prolongación de esta tragedia histórica.



Religión como gasolina del conflicto


A pesar de los discursos diplomáticos que insisten en presentar este conflicto como puramente “territorial” o “geopolítico”, la realidad es que la religión actúa como justificación emocional, simbólica y política de muchas de las violencias en juego. No se trata de un enfrentamiento entre pueblos con diferencias puntuales, sino de una colisión de narrativas sagradas absolutistas que deshumanizan al otro y se basan en revelaciones supuestamente incuestionables.





El sionismo religioso y el mito del pueblo elegido


Aunque inicialmente el movimiento sionista se apoyó en principios seculares y nacionalistas, con el tiempo se fue fusionando con corrientes religiosas que hoy tienen un gran poder en el Estado de Israel. En la actualidad, sectores del sionismo religioso radical enseñan que “Dios dio esta tierra solo a los judíos”, que Jerusalén es indivisible y que los no judíos no tienen derecho legítimo a habitarla.


En círculos extremistas, estas ideas han degenerado en visiones supremacistas que justifican la colonización de territorios, la represión de la población palestina y el desprecio por los derechos humanos, todo ello amparado en supuestas promesas divinas.



El islamismo radical y la yihad contra el infiel


Del lado palestino, grupos como Hamas y aliados como el régimen islamista de Irán sostienen una interpretación literalista y dogmática del Corán, en la cual la tierra de Palestina es sagrada y no puede estar bajo control de no musulmanes.


Algunas suras y hadices son utilizados para justificar la violencia como obligación religiosa, incluyendo la eliminación de los judíos y el rechazo absoluto a cualquier acuerdo con Israel. Lejos de ser un movimiento de liberación laico, el islamismo radical opera con la lógica de la guerra santa y el mandato divino, en detrimento de cualquier solución humana, pacífica y racional.



El fundamentalismo evangélico y el lobby apocalíptico


Un tercer actor determinante es el fundamentalismo evangélico de Estados Unidos y América Latina, que ve en Israel la pieza central de una profecía bíblica sobre el fin de los tiempos. Desde su interpretación del Apocalipsis, creen que el establecimiento total de Israel en Tierra Santa precipitará la segunda venida de Cristo y el Armagedón final.


Esta creencia no es marginal: sectores evangélicos ultraconservadores han formado un poderoso lobby en Estados Unidos, que ejerce presión directa sobre el gobierno y el Congreso. Su influencia se suma al tradicional lobby proisraelí y refuerza el apoyo incondicional de Estados Unidos hacia las políticas de Israel, incluso cuando implican la violación sistemática de los derechos humanos del pueblo palestino.



Genocidio y desproporción: la masacre debe parar


En el marco de este conflicto profundamente atravesado por ideologías religiosas, no podemos ignorar una verdad contundente: Israel, como potencia militar desarrollada con respaldo de Estados Unidos y Europa, está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino.


Los bombardeos indiscriminados, la destrucción de infraestructura civil, el bloqueo total de alimentos, medicinas y agua, así como el asesinato masivo de niños, mujeres y civiles inocentes, constituyen crímenes de lesa humanidad que deben ser condenados sin ambigüedades.


Esto no significa exonerar ni minimizar los crímenes cometidos por Hamas, ni la difusión del islamismo radical, que también ha perpetrado actos atroces y busca imponer su visión fanática en la región y el mundo. Ambos extremos —el sionismo radical y el islamismo radical— son expresiones distintas del mismo veneno: el fanatismo religioso que desprecia la vida humana en nombre de su dios.



El silencio cómplice de académicos, expertos y medios


Una de las dimensiones más preocupantes del conflicto es el silencio sistemático de muchos académicos, analistas políticos y expertos consultados por los medios de comunicación, quienes abordan el conflicto desde ángulos geográficos, históricos o estratégicos, pero evitan cuidadosamente nombrar el factor religioso como un elemento central.


Este silencio no es accidental: existe un temor real a ser tachados de antisemitas, islamófobos o intolerantes religiosos, lo que ha generado una especie de autocensura académica y mediática. Así, los “expertos” reproducen discursos incompletos, donde la dimensión simbólica y teológica —clave para entender el conflicto— es sistemáticamente excluida del análisis.


Pero ignorar este componente religioso no es neutralidad: es complicidad. Cuando se omite el papel de las religiones en la incitación al odio, la deshumanización del otro y la perpetuación de discursos supremacistas, se blanquea el conflicto y se impide una comprensión integral del problema.



Nuestra postura: humanismo, laicismo y derechos humanos


Como ateos y humanistas, defendemos una solución basada en el respeto mutuo, la igualdad de derechos y la separación radical entre religión y política. Rechazamos todas las formas de fanatismo que consideran al otro como un enemigo por no compartir un dogma.


Reivindicamos una solución en la que ni los dogmas bíblicos ni las interpretaciones del Corán ni las profecías del Apocalipsis dicten quién debe vivir o morir. La vida humana no debe depender de relatos religiosos, sino de principios universales de justicia, equidad y convivencia.



Llamado a la acción


  • Denunciamos el uso de la religión como arma ideológica en el conflicto Israel-Palestina.


  • Exigimos el cese inmediato del genocidio contra la población civil palestina y la intervención urgente de organismos internacionales.


  • Rechazamos el terrorismo, la propaganda religiosa y el fundamentalismo de todos los bandos.


  • Llamamos a los medios de comunicación, académicos y movimientos sociales a romper el silencio sobre el fanatismo religioso en este conflicto.


  • Invitamos a la ciudadanía a informarse, debatir y desmitificar los discursos que disfrazan de espiritualidad lo que es puro odio y dominación.




Conclusión


El conflicto entre Israel y Palestina no podrá resolverse mientras esté secuestrado por narrativas religiosas supremacistas. Solo un enfoque laico, racional y humanista permitirá vislumbrar un horizonte de justicia y paz. La religión debe salir del centro del conflicto, para que entre en su lugar el ser humano.

 
 
 

1 comentario


Que hipocresía la de este articulo 🥲

Me gusta

Suscríbete a nuestra lista de correos

  • TikTok
  • facebook
  • YouTube
  • twitter

©2020 by Asociación de ateos de Bogotá. Proudly created with Wix.com

bottom of page