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La tradición: ¿un asunto a rechazar?

Por Francisco Chaux Guzmán*

*Poeta y escritor. Economista dedicado al análisis de datos sobre pobreza y desigualdad. Humanista secular y librepensador.

 

«Aunque me fuercen, yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor; mañana es mejor»

Luis Alberto Spinetta, Cantata de los puentes amarillos.

«Todo tiempo pasado fue mejor». Alguna vez hemos escuchado esta expresión, a menudo en discursos críticos de las generaciones actuales que tachan a los jóvenes modernos de ser menos respetuosos y más perezosos, no como antes. Como si las viejas generaciones no hubiesen criado a esta generación, como si no hubiesen generado los conflictos que, después de décadas, aún nos siguen afectando.


Imagen vista en Facebook: https://bit.ly/33M0lNN

Estas frases suelen basarse en la apelación a la tradición, una falacia lógica conocida como ad antiquitatem. Es decir, la afirmación de que algo está bien o es verdadero porque se ha estado haciendo desde hace tiempo. Implícitamente, también implica la condena a todo lo nuevo o cambios en el estado de cosas.

Ahora, ¿qué es la tradición? En realidad, el término es bastante amplio, ya que puede referirse a la transmisión de historias, lo que favorece la memoria colectiva, así como a tradiciones artísticas de las que beben muchos artistas actuales. Sin embargo, según el contexto, también puede entenderse como la transmisión de costumbres y ritos, entre los que se incluyen los ritos religiosos. ¿Significa esto que el irreligioso debe rechazar las tradiciones? Vamos por partes.


Es indudable que muchas tradiciones tienen una clara connotación religiosa. La misma transmisión de padres a hijos de las creencias, muchas veces obligada, constituye una tradición. Adicionemos ritos como el bautismo, la primera comunión, la confirmación, el matrimonio y las exequias, ¿debe el irreligioso rechazarlas todas? Según el caso, puede ser que sí y puede ser que no. Por ejemplo, hoy en día existen matrimonios civiles y se hacen funerales de carácter laico. Así, dependerá de la decisión de cada cual si se quiere sujetar a su pareja con un matrimonio o no, sin necesidad de que la decisión vaya en contra de sus principios irreligiosos. El bautismo, la primera comunión y la confirmación, por su parte, sí son específicos de varias religiones.


Adicionalmente, existen costumbres absurdas que se convierten en obligatorias para los seguidores de una religión. Costumbres como mantener la virginidad hasta el matrimonio, no usar métodos de planificación familiar o no comer carne de cerdo, junto a prácticas de hecho peligrosas como negarse a transfusiones de sangre, la circuncisión y la mutilación genital[1]. Es posible que la mayoría de irreligiosos rechacemos estas prácticas absurdas o barbáricas.


Pensemos en otras costumbres fuera de lo religioso o, bueno, casi fuera. Muchas prácticas seudocientíficas se basan en la falacia de la tradición para su defensa. Por ejemplo, se ha defendido a la homeopatía, al reiki o a la astrología porque se fundamentan en tradiciones muy antiguas, incluso actividades como el toreo se defienden con este argumento (aunque es posible que existan irreligiosos taurinos).

Imagen de La Pulga Snob: http://www.lapulgasnob.com/2015/05/medicina-tradicional.html

Sumado a esto, existen múltiples actitudes negativas que se justifican en concepciones tradicionales: ¿no han sido la homofobia y el machismo justificadas en tradiciones, justificando la exclusión?, ¿no era tradición que la mujer se dedicara, exclusivamente, a las labores del hogar y de crianza?


Lo anterior parece sugerir que, por el contrario, debe abrazarse lo nuevo sin contemplación. Regresando al argumento inicial, se resaltaría que las generaciones actuales tienen mayores niveles educativos, por lo que son más críticos e inquisitivos. Una afirmación que no puede estar más lejos de la verdad y con la que se entraría en el terreno de la falacia ad novitatem. A fin de cuentas, la proliferación de las redes sociales ha evidenciado que seguimos teniendo los mismos problemas y prejuicios de antes. ¿O acaso no es el mismo Facebook el que muestra a un uribista noticias sobre las malas consecuencias del proceso de paz o, a un antivacunas noticias sobre efectos adversos de la vacunación? Lo cierto es que seguimos siendo muy manipulables, como siempre ha sido, lo que ha hecho que las redes sociales puedan llegar a ser hasta peligrosas. Y esto es algo que ciertos grupos de interés saben y aprovechan.


Siempre he pensado que este mundo no es de blanco y negro, de bueno y malo. Es más bien una zona de grises. Los que defienden la tradición por ser tradición se equivocan al ignorar lo negativo de muchas costumbres y rechazar todo lo que implique cambio, sin importar lo que sea. Este pensamiento fue, en cierta forma, base para el razonamiento de la polémica cartilla del diplomado Paz, Convivencia y Cultura de Legalidad de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz[2]. En la defensa de su tradición cristiana, el autor insta a rechazar nuevas formas de pensamiento como el progresismo y posiciones como el ateísmo. Algo similar a lo que hacía la dictadura franquista para mantener a la mujer exclusivamente en las labores del hogar.

También es un error rechazar lo antiguo por serlo. Pueden existir tradiciones que valgan la pena mantener. Lo importante es tener un pensamiento crítico entrenado, uno que nos permita desconfiar pero también evaluar el valor de una costumbre o rito, así como de toda novedad. Si en toda nuestra sociedad se evitaran estas y otras clases de prejuicios, entonces sí podríamos sentir real la expresión de Spinetta: «mañana es mejor».

 

[1] Esta puede considerarse una tradición que va más allá de lo religioso, aunque en muchos casos sí tiene motivación religiosa. Más información en https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/female-genital-mutilation [2] https://lasillavacia.com/ensenanza-contra-progresismo-cartilla-oficina-del-comisionado-paz-78117

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