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La pobre iglesita

  • 5 abr 2020
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 12 abr 2020


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Érase una pobre iglesia sin nadita que comer, sino diezmos y primicias y exenciones por doquier.


Tierra siempre le faltó para reunir el rebaño, sino templos y mansiones con el oro hasta en el baño, lotes, fincas, invasiones, casas, atrios y hasta caños.


Siempre le faltó el espacio para sus predicaciones, sino miles de emisoras exigiendo donaciones, y canales en la tele realizando maratones.

Voz y voto nunca tuvo y quedó en el ostracismo, solo un Estado corrupto enemigo del laicismo que le concedía prebendas con descaro y con cinismo.

Sus fieles nunca tuvieron quien defienda sus ideas, sino puestos en congresos, senadores y asambleas, curules en los concejos y escaños en donde sea.

Siempre fue muy perseguida pero no por los ateos, sino por los candidatos como viles fariseos, que a cambio de muchos votos concedían sus deseos.

De no ser por los aviones, carros finos y camiones, andarían caminando como en viejas ocasiones, predicando la pobreza y viviendo como glotones.

Dios quiera que así de pobres vivamos hasta la muerte, que se apiade de nuestra alma y que nos cambie la suerte, para gozar en la vida y no después de la muerte.



*Adaptación de “la pobre viejecita” de Rafael Pombo, referente al pedido del pastor y senador al gobierno nacional. Diego Vargas Aguilar.

 
 
 

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