Por: Uriel Elijah Vigeé Lebrum
Un argumento muy a favor del diseño inteligente suele aludir a la complejidad de la información codificada en los genes, y en como para componer dicha complejidad se requiere información, información posible únicamente con el devenir de una mente inteligente.
Se suele organizar el argumento de la siguiente manera:
Premisa 1. La información no es posible en ausencia de una mente inteligente.
Premisa 2. Nuestra genética es posible por la presencia de información.
Conclusión: Nuestra genética es posible dada la existencia de una mente inteligente.
Aquí pretendo brevemente echar por tierra este argumento, exponiendo los puntos que ilustran por qué la primera premisa es falsa, identificando en primer lugar que es aquello que entendemos por información…
Vamos allá…
Hay información que deviene de procesos estocásticos de la naturaleza (libres de una inteligencia).
Esta afirmación se sustenta en el hecho de que el ordenamiento complejo de una estructura biológica (por poner un ejemplo), requiere grados de interacción demasiado precisos, adecuación de estructuras que en apariencia son caóticas, a ladrillos sobre un edificio complejamente erigido.
Si miramos los trabajos de, por ejemplo, IlYa Prigogine (premio nobel de química), Particularmente aquellos relacionados con el análisis de sistemas químicos fuera de la condición de equilibrio, arribamos a mecanismos químicos que emulan bastante bien la dinámica biológica de regulación energética, la ruptura de la distribución de la energía a estados más probables. A esto específicamente se le conoce como estructura disipativa.
Imagen 2
Ilya Prigogine, fuente:
El punto esencial del trabajo de Prigogine, para el análisis en cuestión, es que dichas estructuras están dando cuenta a nivel teórico de cómo podrían estar equipadas de información las células, para la síntesis de energía, que es la base primordial para la replicación de todo organismo biológico.
Por cierto, de este artefacto teórico emerge un campo de estudio específico para el estudio de la emergencia de la vida: la química fuera del equilibrio.
Continuando con el asunto: de este trabajo, y de los adelantos que progresivamente se han tenido en el campo de la mecánica cuántica, se termina dando cuenta de que todo proceso natural tiene de base información, información encapsulada en modos de interactuar de las partículas.
La naturaleza probabilística de los fenómenos estocásticos que caracterizan al universo, junto con los largos intervalos de tiempo en que los sistemas han podido interactuar, demuestran la importancia de la temporalidad en aquello que baraja temerariamente la probabilidad.
Ilustraré esto con ejemplo sencillo, pero antes, contextualizaré la situación con un teorema matemático demasiado interesante, y que se adapta a la idea que aquí deseo transmitir.
El teorema del mono infinito.
Este gran teorema expuesto por el ilustre matemático francés Émile Borel se puede ahondar mediante una pregunta un tanto pretenciosa:
¿Podría un mono en una máquina de escribir, disponiendo de un tiempo infinito, teclear un texto equivalente a la obra “Hamlet” de Shakespeare?
La ventaja que nos ofrece esta pregunta es pensar sobre el sentido real de aquello a lo que llamamos información.
La respuesta a la pregunta es… sí, si es posible, y la manera de demostrarlo, es recurriendo a la probabilidad de que dos eventos independientes (como lo sería el que un mono teclease las letras “m” y “a” en una máquina de escribir o en un computador) puedan darse, descubriendo que el valor de dicha probabilidad, aunque sea demasiado pequeña, nunca es cero.
Intentaré exponer al lector posteriormente, un experimento mental que acude a la razón para probar lo expuesto.
Por ahora, supongamos por un momento que existe esta posibilidad: el hecho de que luego de muchísimo tiempo transcurrido, un mono tecleando al azar en una máquina, escriba “Hamlet”, de manera inintencionada.
¿Es el resultado del trabajo aleatorio del mono tecleando durante un intervalo de tiempo infinito (Hamlet) información?
Claro, para un lector humano lo es, y como puede observarse en este ejemplo, no se requirió mas que azar (el mono nunca tendría mayor intención que teclear al azar por lo llamativo que pudiere resultar el aparato). Entienda el lector que esta situación es utópica, pero puede establecerse un experimento haciendo uso del potencial de trabajo computacional moderno: en el año 2003, en el sitio web The Monkey Shakespeare Simulator, se inició una simulación basada en un generador aleatorio de caracteres alfanuméricos, el 03 de enero del 2005 ya habían sido encontrados 24 letras consecutivas que constituirían un pequeño fragmento de Hamlet, a saber: la segunda parte del acápite de Enrique VI.
Imagen 3:
Representación Mono de Borel, fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Teorema_del_mono_infinito
Vamos ahora a recurrir a un ejemplo didáctico para dar cuenta de manera puntual, como funciona este asunto de la probabilidad, como quien dice: vamos a lo práctico, lo cognoscible desde el orden lógico del razonamiento.
Supongamos que tienes en tu mano un montón de cartas. Vas a hacer un lanzamiento de ellas de manera arbitraria...
¿Cuál es el estado más probable?
Como cualquier lector que realice el experimento notará, aquel en el cual las cartas se hayan en desorden, desparramadas por todo lado.
Al ser este un estado altamente esperado por el orden de nuestra cognición y conocimiento experiencial, el grado de información nueva que pueda esta situación aportar es casi cero; sin embargo, esta no es la única posibilidad.
Si analizamos la situación desde la óptica de lo probable, podríamos preguntarnos ¿Existe alguna probabilidad de que, de hecho, luego del lanzamiento de las cartas, estas queden organizadas?
Pues al ser esta una posibilidad, manifiesta en la probabilidad independiente de que cada carta ocupe un lugar determinado del espacio, y que entre dichos lugares posibles estén aquellos lugares que ocuparían al alinearse en un mazo, existe la probabilidad de que la situación ilustrada, ocurra, aún así, esta es demasiado pequeña.
Imagen 4:
Representación probabilidad juego de cartas, fuente: http://www.tocamates.com/probabilidad/
Por cierto, cabe destacar la sutileza ñoña de que el estado mas probable es lo que en física se conoce como entropía, y es el estado que aporta menor información al observador, precisamente por este ser el mas esperado.
Supongamos que la probabilidad de que el mazo caiga ordenado es de 1 en 1000 millones, es decir, en 1000 millones de intentos, existe uno en el que podría ocurrir el evento en cuestión: luego de un lanzamiento aleatorio, las cartas queden apiladas en mazo.
¿Cuántos intentos deberíamos realizar para que ocurra con total certeza, que las cartas aventadas aleatoriamente queden ordenadas?
Tenemos:
Tenemos entonces que el evento ocurrirá con una probabilidad del 100% luego de realizarse intentos, en el lenguaje más común, diez mil billones de intentos. .
Esto que acabé de exponer es posible, puesto que estamos entendiendo la situación desde la perspectiva del resultado luego del lanzamiento, no especificando la probabilidad de que las cartas individualmente se apilen una sobre otra, conforme voy lanzando arbitrariamente (y a ciegas si se quiere) una a una.
Pero vamos, ¿Quién va a tener el tiempo suficiente para intentar tantas veces?
Se calcula que el universo ha tenido aproximadamente trece mil setecientos setenta millones de años para intentar todas las opciones posibles hasta dar con aquellas que incluso son menos probables, entre otras cosas porque son estructuras mejor ordenadas, con menor entropía, si asignamos un número de interacciones posibles para este intervalo de tiempo tan largo, piense el lector que un átomo de cesio 133 (por poner un ejemplo), oscila cerca de 9 billones 192 mil millones de veces en un segundo. Dato que ha sido bien documentado en el laboratorio, y que, por cierto, es la referencia actual para la determinación de la unidad de medida de tiempo: el segundo.
El resultado de interacciones primordiales a gran velocidad durante el tiempo finito que según la evidencia lleva existiendo el universo es: galaxias, estrellas, estructuras "ordenadas" que danzan al compás de la sinfonía del caos...En nuestro planeta, la vida tal y como la conocemos, y de dicha emergencia, todo el mecanismo conocido como adaptacionismo, que es sorteado por la probabilidad de la supervivencia, en entornos específicamente determinados.
Un creador inteligente no es necesario en la teoría de la evolución del universo conocido y la vida, precisamente por el enorme tiempo que ha tenido el universo para intentar posibilidades, y la velocidad con que la materia a nivel fundamental interactúa mutuamente.
Podemos llevarlo más allá, ya que nos gusta fantasear un poco...
Por ejemplo, si pudiéramos dejar que la naturaleza tuviera todos los intentos posibles, surgiría una estructura "hiper-ordenada" conocida como Cerebro de Boltzmann.
Se trata de una entidad capaz de imaginarse creada por fluctuaciones aleatorias a nivel cosmológico, engendrada de la inclusión de la variable tiempo a la fórmula de la creación y evolución continua del universo.
Por cierto, he escuchado a algunos exegetas apelar a un universo, no en expansión, sino permanente en el tiempo...como William Lane Craig.
Pues bien, si el universo fuere eterno e inmutable, definitivamente la naturaleza habría intentado tanto, que habría engendrado una estructura tan ordenada como aquello a lo que llamamos Dios.
Imagen 5:
Evolución del universo, fuente: https://es.quora.com/Qu%C3%A9-es-un-cerebro-de-Boltzmann
Personalmente, el estudio de la naturaleza probabilística del mundo cuántico me ha llevado a pensar que las estructuras en el universo no requirieron de la presencia de una mente inteligente.
Como dije anteriormente, si calculamos la probabilidad de que un Dios emergiera del caos temporal de la existencia, esta es tan baja, que el universo definitivamente tendría que ser eterno, pero la evidencia nos lleva en un derrotero distinto, innumerables partículas tecleando al azar el Hamlet que contiene la información que codifica en nucleótidos y aminoácidos esenciales, la estructura bioquímica de la vida.
De acuerdo con nuestro análisis, y habiendo dado una serie de pistas sobre lo que podría entenderse por información, podemos actualizar el argumento ilustrado al inicio de la manera correcta, tal y como sigue:
Premisa 1. El azar en tiempos demasiado largos posiblemente produce información.
Premisa 2. El universo lleva existiendo un intervalo de tiempo relativamente largo.
Conclusión: El tiempo de existencia del universo implica la posibilidad de la información.
Como ven, existe la posibilidad de que las estructuras complejamente edificadas, emerjan de la naturaleza probabilística del azar. Si se contrasta esta posibilidad con la usencia de prueba de un ser superior creador de todas las cosas, se tienen fuertes argumentos para suponer que el universo no requirió de la presencia de una mente inteligente para ser creado.
Información del autor.
Licenciado en Física con formación en investigación, enseñanza y divulgación de la astronomía, apasionado por las ciencias de los grandes números. Actualmente trabajo en un laboratorio universitario, apoyando actividades de enseñanza de la física experimental, y pertenezco al grupo de investigación en enseñanza de las ciencias de la Universidad Distrital GEAF.
Referencias:
Why Boltzmann Brains Are Bad
Crédito: Sean M. Carroll 2017, Arxiv
¿Qué es un cerebro de Boltzmann?
Crédito: Chema Nieto, Quora
Lecturas de Feynman
Crédito: Caltech University
Ask Ethan: What Was The Entropy Of The Universe At The Big Bang?
Crédito: Ethan Siegel
Debate público: Dios Y La Cosmología William Lane Craig vs Sean Carroll
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