Actualizado: 16 jun 2020
Teniendo en cuenta que el mes de mayo está identificado con la icónica fecha del día del trabajo y que dicha fecha es utilizada para reivindicar las demandas laborales que se llevan a cabo por los trabajadores para conseguir los objetivos que se enmarcan dentro de la esfera del trabajo digno y conjuntamente a la conmemoración de todas las luchas históricas que se llevan a cabo, se hace necesario no sólo hacer las revisiones históricas de los movimientos obreros y sociales que se han ligado a estas luchas desde las perspectivas sociales y económicas, sino también es menester realizar una mirada sobre la influencia que la concepción religiosa de la humanidad ha tenido en el ejercicio del trabajo y principalmente la forma en la cual el cristianismo interpretó la obligación del mismo.
Mediante esta mirada podremos comprender de una manera breve cómo la idea de trabajo desde la religión y el cristianismo como creencia dominante de nuestra sociedad se construye como un opresor que impone el trabajo a partir de la idea interiorizada desde sus impulsores ideológicos. Esta idea no deja de ser obligatoria y represiva pero, a diferencia de lo que podría resultar de una revolución proletaria donde se tiene conciencia de dicha opresión, la religión es hábil a la hora de disfrazar la misma bajo el concepto de la creencia, con lo cual quienes están bajo este yugo no son conscientes de la explotación a la que se ven sometidos por el uso de la religión y la creencia como aparato de control social, el cual por supuesto se evidencia en la obligación de trabajar, ya sea por las ideas o concepciones religiosas a las que se ve expuesto el ser humano.
Básicamente esta concepción religiosa de la idea del trabajo se ve reflejada desde el inicio de la existencia de la humanidad y, desde que los primeros humanos concibieron la religión como una idea de jerarquía, de la cual se desprende la necesidad de trabajar, esta idea tiene su reflejo en el primer indicio religiosos que existe en la humanidad sobre la concepción de un dios, las primeras comunidades humanas escenificaban al primer dios que concibieron como el “señor de las bestias” esta figura se encuentra como expresión de los primeros humanos, sobre una especie de dios que dominaba a los animales y al cuál identificaban como señor de las bestias, el término “señor” ya identifica esa jerarquía primaria que se le otorga a una determinada deidad la cual es merecedora de reconocimiento y adoración, lo que evidenciamos es que nuestra especie concibe estas ideas desde sus etapas primitivas, el dios dueño de todo y “señor” al cual se le obedece, como la escenificación de un patrón o jefe universal, como lo define Reza Aslan:
"Era una deidad antigua tal vez una de las primeras concebidas, a la que se le consideraba señor de los animales, amo y guardián de los bosques".
Estos primeros habitantes del planeta eran comunidades nómadas que adoraban al señor de las bestias mediante los dibujos en las cuevas, esta concepción fue avanzando hasta el momento en el cual la especie deja de ser nómada empleando la recolección y la caza, la creencia religiosa sumada a causas naturales contribuye al cambio de la practica nómada, al asentamiento agricultor, es decir que residir en un solo lugar a iniciar el trabajo del cultivo de la tierra con todo lo que esto implica en término de trabajo además de la cría de animales. Este cambio no se suscitó solamente por las causas naturales, para algunos arqueólogos el acontecimiento que significo asumir toda la carga laboral del trabajo agricultor se relaciona directamente con la religión, esto significó una transición brutal en el cuerpo humano, el cual estaba adaptado para cazar y no para cultivar a este respecto
Para Noah Harari “el cuerpo del Homo Sapiens estaba adaptado para perseguir a las presas no para despejar las tierras y arar los campos”. Esta desventaja trajo consigo enfermedades para la especie humana que propiamente no la afectaron cuando era una especie que solo practicaba la caza, entonces surge la pregunta si la agricultura trajo una desventaja para nuestra especie porque llegamos a emplearla. La tesis de Aslan "el descubrimiento de Gobelki Tepe y sitios devocionales similares en el oriente próximo antiguo sugiere que fue el nacimiento de la religión organizada”. Gobleki Tepe es uno de los primeros sitios enfocados a la adoración religiosa construidos por la humanidad, la construcción de dicho templo es lo que mediante un proceso extenso motivó a la humanidad a quedarse en un solo asentamiento y a asumir el brusco cambio que significó arar la tierra conjuntamente a la cría y domesticación de animales, la construcción de estos templos requería mano de obra, Aslan “estos trabajadores habrían necesitado un suministro constante de alimentos durante la realización del proyecto…la caza no era suficiente para alimentarlos por eso se pasó poco a poco de la recolección de hierbas a la siembra y la cosecha de cultivos”, entonces este pasó de la caza a la agricultura motivada por la religión no solo trajo al imposición del trabajo agrícola sino enfermedades como hernias discales, artritis ,anemia, proliferación de fracturas… este cambio en palabras de Harari “ el mayor fraude de la historia”

Ahora bien, como observamos el impulso religioso hace que el hombre se someta a trabajos extenuantes como los relacionadas a la agricultura y al surgimiento de nuevas enfermedades y problemas de salud a raíz de estos cambio, pero nuestros antepasados no lo consideraban como una carga o una opresión, lo consideraban necesario en pro de la construcción del templo, lo aceptaban de buena gana, a pesar de las desventajas que ya vimos, este contexto nos permite realizar un salto hacia el cristianismo al cual solo daremos un vistazo a una práctica que se relaciona bastante con la primera concepción religiosa de obligatoriedad y sometimiento al trabajo en pos de una causa religiosa.
Este tipo de trabajo motivado por la causa religiosa no es ajeno al cristianismo, durante el papado de Gregorio primero se inició con la implementación de la regla benedictina para la organización y el trabajo de lo referente a las organizaciones monásticas, en las etapas primarias de cristianismo los monjes eran ascetas que vivían de formas independientes o en comunidades muy pequeñas, se dedicaban a deambular, no tenían ninguna organización jerárquica y trataban de vivir según su creencia cristiana pero de una manera bastante precaria, muchos eran considerados como parásitos, a la par de esta situación realizaban prácticas extremas referentes a sus cuerpos como el ayuno o someterse a enfermedades sin ningún tipo de tratamiento, posterior a esto se formaron algunas comunidades un poco más organizadas pero que no se dedicaban realmente a nada más allá de la observancia de sus creencia cristiana, este fenómeno permitió que el movimiento monástico creciera sin la supervisión directa de la autoridad eclesiástica y a medida que la evangelización avanzaba, el movimiento monástico adoptaba otras formas, es el caso de los monjes celtas irlandeses que tenían prácticas muy diferentes y contrarias a los preceptos romanos.
El romano respondió entonces con la regla benedictina, esta regla la había escrito san Benito quien había sido fundador de un monasterio y al cual sus seguidores hicieron llegar a Gregorio sus preceptos, entre múltiples normas de comportamiento rígido, la norma benedictina establecía una serie de normas relacionadas al trabajo, hasta ese momento los monjes mayoritariamente se habían dedicado a trabajos menores como tejer canastos, pero no habían sido organizados como una fuerza laboral.
“El monje debe someterse a un horario y siempre debe estar haciendo algo, aunque se trate solamente de comer y dormir para permitirle que nuevamente vuelva a trabajar…la ociosidad es el enemigo del alma” (Johnson) .

Esta regla no contemplaba la autonomía de los monjes, al contrario disponía de la organización de su tiempo entero y la de exclusiva tarea la que debían dedicarse, si bien los monasterios tenían cierta independencia dependiendo de quién los fundara, a partir de allí todos adoptaron la norma benedictina como la norma principal de su organización, esto generó que las tierras que poseía la iglesia tuvieran un impulso tremendo en los temas de agricultura y trabajo relacionado al mismo, “trabajaban ajustándose a un horario diario y a un calendario anual exacto… cultivaron la tierra de un modo organizado sistemático y tenaz..” (Johnson).
Los monjes fueron empleados entonces como una fuerza de trabajo que para entonces resultaba novedosa, un cuerpo entero de personas organizadas que llevaron a cabo fuertes tareas agrícolas y de construcción motivados por el impulso religioso, estas personas dejaron de lado su autonomía para entregar todo a su vida al trabajo físico motivado por la cuestión religiosa, muchas veces con el único premio de pertenecer a la comunidad y por supuesto quienes se beneficiaba de esta mano de obra sometida dichosamente, era la iglesia de modelo terrateniente a este respecto Johnson afirma que ”los grandes abates aportaron el dinamismo de la ambición individualista a semejanza del propio Gregorio, provenían de la clase gobernante... representaron un papel en la creación de Europa comparable con la función de los líderes de la industria durante el siglo XIX” todo esto sustentado bajo el trabajo de aquellos monjes quienes aceptaron la implantación del trabajo mediante el adoctrinamiento.
La religión no solo se muestra entonces como una fuerza de adoctrinamiento cultural, sino que además traspasa todas las esferas y es capaz de manipular en todos los campos, como lo hemos visto brevemente en el campo del trabajo y como es un ejemplo de ello, el cristianismo.
Por: Juan Ramirez