Samuel Paty, un valiente profesor de ciencias sociales, fue decapitado y exhibido como “trofeo” ante el mundo a través de un tweet que un fanático musulmán publicó en esta red social minutos después de cometer tan brutal crimen en nombre de su dios, y su pedófilo e ignorante profeta Mahoma.
¿Cuál era la excusa infame que tenía este extremista? Según el obnubilado asesino, el profesor lo ofendía a él y a los millones de fieles del Islam al enseñar en clase sobre libertad de expresión las famosas caricaturas publicadas por la revista francesa Charlie Hebdo que llevaron a otro fanático extremista, perteneciente a una secta destructiva similar, a asesinar a los periodistas de dicho semanario que las dibujaron y publicaron en primer lugar.
¿Es esta una excusa válida desde algún punto de vista? No y mil veces no. El derecho humano a la libertad de expresión (Número 19 en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU) es uno de los derechos fundamentales e inalienables que todo ser humano adquiere por el hecho de nacer como parte de nuestra especie.
La Declaración de los Derechos Humanos fue creada y promulgada como pacto entre la mayoría de los humanos que vivieron uno de los momentos más duros y sangrientos de la historia de la humanidad (Los horrendos crímenes de la Segunda Guerra Mundial) y es ratificada, siguiendo en vigencia, hasta el día de hoy por la mayoría de los países del mundo. La Declaración de los Derechos Humanos existe como un documento instaurado que busca la tranquilidad de todos los seres humanos de que narcisistas, psicópatas y sociópatas con poder como Hitler, Stalin, Mao, Mussolini, o el emperador Hirohito del Japón, no puedan volver a cometer las atrocidades infringidas a millones de seres humanos con excusas basadas en creencias sin fundamentos y anti Derechos Humanos, como, por ejemplo, las del fanático extremista asesino del profesor Samuel Paty.
Desafortunadamente, el desconocimiento de estos derechos y, en este caso, la ignorancia de que la libertad de expresión es un derecho humano inquebrantable que, tal como lo ha expresado la ONU, incluye la blasfemia como forma de libertad de culto y de conciencia (Derecho humano número 18) llevó a este alienado (Y a otros a quienes está secta destructiva ha lavado el cerebro con promesas absurdas, como la de un paraíso extraterrenal con setenta y dos mujeres vírgenes que esperan por ellos) a llevar a cabo estos horrorosos atentados.
No solo estos horrendos seres humanos llenos de odio en su corazón y promesas falsas debido a enseñanzas religiosas infames han buscado justificar estas terribles acciones, sino que también “moderados” de esta diversa e inmensa religión, personas pertenecientes a otras religiones e incluso ateos han tratado de justificar este abominable homicidio esgrimiendo insipientes y muy errados razonamientos.
Algunos de estos culpan al profesor por provocar la ira del yihadista al utilizar esas caricaturas en su cátedra. Otros creen que el Derecho Humano a la libertad de expresión debe supeditarse a lo “políticamente correcto” y por ende cuidar de no ofender “los sentimientos religiosos” de los musulmanes. Los más osados hacen un salto lógico extremo, diciendo que se trata de “Islamofobia”, tratando de equiparar a los creyentes del Islam con una raza, apreciación tan equivocada como decir que ser uno de los 1.200 millones de católicos lo convierte a uno en parte de una raza particular de humanos.
Así pues, el horroroso crimen cometido el pasado viernes 16 de octubre pasadas las 2:00 de la tarde, hora francesa, nos deja varias lecciones a quienes luchamos por la laicidad del estado y por los Derechos Humanos, conexos a este tipo de organización social para los países democráticos.
Las enseñanzas que creo debemos tomar de esta trágica experiencia, son:
1. Todos debemos defender el estado laico y la libertad de expresión, enseñar a quienes podamos por qué la blasfemia no es excusa para actos terroristas y por qué las críticas a la religión son parte de una democracia sana.
2. El relativismo cultural predicado cómo doctrina del posmodernismo es tan peligroso como el totalitarismo del fascismo. Debemos encontrar un punto medio donde se permita el ingreso de los migrantes provenientes de culturas islámicas que necesitan refugio por las dificultades que viven en su nación y la educación que se le debe impartir a estos, para que acepten y convivan sanamente con las diferencias humanas, religiosas, culturares y sociales que existen entre su país de origen y su nuevo país de residencia.
3. Tomar en cuenta la propuesta del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que postula la necesidad de realizar un estudio científico que busque cómo evitar el extremismo en el Islam (Yo lo ampliaría a cualquier religión), para que logremos entender las técnicas de manipulación mental usadas por las sectas destructivas en el Islam, cristianismo o cualquier grupo religioso y cómo combatirlas.
4. Apreciar e imitar la valentía y gallardía del pueblo francés que defiende los valores de la República, aprecian la laicidad del estado como medio de garantizar la convivencia entre una gran diversidad de personas, religiones y culturas. Ellos tienen claro esto, desde que en la revolución francesa se promulgaron los derechos del hombre, donde la laicidad era uno de los pilares para acabar con la desigualdad promovida por una monarquía que creía que tenía el derecho “divino” de gobernar.
Finalmente estudiar qué son los derechos humanos, cómo se aplican en el orden internacional y por qué defenderlos y enseñarlos como el héroe Samuel Paty procuraba hacer, nos permitirá no sólo ser más conscientes de su importancia para nosotros como individuos sino para una sociedad global mucho más civilizada y sostenible a largo plazo.
Por David Mariño Segura
Director ejecutivo de la Asociación de Ateos de Bogotá
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